Sin la presencia de los clubes grandes y con apenas seis equipos de primera representados por emisarios, la reunión se llevó a cabo en la sede central de la AFA. El presidente de Olimpo, Alfredo Dagna, que apoya a Claudio Tapia, el candidato del tándem llamado Ascenso Unido.

Dagna estuvo sentado aquella noche en la mesa escrutadora, y ahora dijo que “espera darle la posibilidad al fútbol de tener una conducción legítima”.

Ningún dirigente de los equipos grandes estuvieron, ni Marcelo Tinelli, ni Daniel Angelici, ni Rodolfo D’Onofrio, tampoco representantes de Racing ni Independiente.

“La suma de todos nos hace grandes”, replicó Daniel Ferreiro, el vice de Chicago, portavoz del Ascenso Unido, como una forma de atenuar el impacto de las ausencias para una movida así. Tapia dijo que la Asamblea es el órgano máximo y desestimó que la FIFA sancione a la Argentina, pese a que desde Zurich se encomendó a la CN a cambiar el estatuto y luego llamar a elecciones.

También Tapia adelantó que se “notificará a la Comisión Normalizadora, a la Inspección General de Justicia y a la FIFA” de la convocatoria a elecciones.

“Necesitamos tener un presidente legitimado por los asambleistas que componen el cuerpo y tener la capacidad de elegir entre todos y que haya un solo candidato”, propuso Tapia.

El dirigente de Barracas Central consideró “apresurado” postularse aunque insistió que no debe haber una compulsa entre dos o más candidatos como ocurrió en el bochornoso conteo del 3 de diciembre de 2015.

El 2017 encontró a la dirigencia partida, por un lado los de primera que buscan una Superliga, el Ascenso que se niega a avalarla y hace su demostración de fuerzas con el argumento de que la CN está “acéfala” y acusa a su vice a cargo, Javier Medín, de defender los intereses del gobierno y no del fútbol argentino.

Todo este aquelarre institucional deriva de la falta de dinero de los clubes, con planteles que se niegan a entrenar por salarios adeudados y un comienzo de campeonato que parece cada vez más incierto.