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DEPORTES EN EL RECUERDO

16 de marzo de 2018

Fue medallista olímpico, basquetbolista, atleta y bailarín, pero se perdió la gloria del Mundial por mujeriego

Para la primera Copa del Mundo Uruguay contaba con un arquero que significaba una garantía de solidez y sacrificio. Sin embargo, el técnico decidió excluirlo del plantel por una aventura amorosa con una allegada a
la dirigencia.

Andrés Mazali fue un deportista completo que pudo grabar su nombre en la historia dorada de los mundiales. Campeón olímpico con Uruguay en los Juegos Olímpicos de París en 1924 y Ámsterdam en 1928, el arquero también se consolidó con un tricampeonato sudamericano (actual Copa América) en 1923, 1924 y 1926. Títulos que lo posicionaban como principal candidato a cuidar la valla charrúa en la primera edición de la Copa del Mundo disputada en Montevideo. Sus 13 conquistas con Nacional también eran argumentos para imaginar al guardameta entre los once titulares del equipo que se quedaría con el torneo internacional. Sin embargo, el técnico Alberto Supicci decidió excluirlo del plantel por motivos extra futbolísticos. La vida de Mazali tenía un ritmo vertiginoso y su pasión estaba ligada al deporte. Considerado uno de los mejores basquetbolistas de Olimpia, el multifacético uruguayo se consagró en cinco ocasiones en la disciplina de 400 metros con vallas del campeonato sudamericano de atletismo y adquirió la medalla de plata en 200 metros libres. Registros de la época detallan que participaba de las pruebas con un buzo llamativo, en el que mostraba dos alas rojas "que le permitían llegar a lo más alto". Por lo tanto, su exótica indumentaria lo llevó a que lo apodaran El Buzo. Otro detalle que marca la leyenda se remite a sus enormes pies. Según historiadores dedicados a la materia, Mazali inició su carrera como delantero, pero cuando le tocó debutar en la máxima categoría se vio obligado a ocupar el puesto de arquero porque no conseguía el calzado reglamentario y debía usar unas zapatillas que no eran acordes para los terrenos de juego y a la pelota. Como también se destacaba afuera de las canchas como un excelente bailarín, en las pistas acuñó la fama de sex symbol. Seductor nato, en los días previos al inicio del Mundial el arquero decidió escaparse de la concentración para encontrarse con una hermosa rubia que había conocido en el hotel donde se hospedaba la delegación local. La aventura amorosa tuvo un precio elevado para Mazali, dado que su acompañante era familiar de uno de los dirigentes de la Asociación del Fútbol Uruguayo y su conducta le valió la expulsión del equipo. "El momento más triste para nosotros fue cuando separaron del plantel a Andrés Mazali. Había sido el arquero en París y Ámsterdam, pero era muy mujeriego y una noche se escapó de la concentración para irse con una rubia. Lo expulsaron y no hubo defensa para él. Todos sentimos pena, pero la sanción impuesta fue irreductible y ni a mí me hicieron caso", dijo tiempo después el capitán del conjunto campeón, José Nassazzi. A pesar del dolor, el arquero continuó vagando por las noches charrúas y jugó tres temporadas más con Nacional hasta que decidió retirarse para convertirse en un entrenador de poca monta sin resultados satisfactorios. Con Enrique Ballestrero en su lugar, el elenco de Supicci superó a Perú (1-0) y Rumania (4-0) en la fase de grupos y se clasificó a la semifinal, donde goleó a Yugoslavia por 6 a 1. El triunfo por 4 a 2 contra Argentina significó la primera estrella de Uruguay, a la que Mazali no tuvo acceso por mujeriego.

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